El aula más grande de la Facultad de Ciencias Exactas fue construida en el año 1936, y su estructura se conservó a través del tiempo, prácticamente, sin modificaciones; a tal punto que el piso original es de cedro, por eso su restauración tuvo que realizarse a base de lijado a mano para no deteriorar tan noble madera.
“El aula que hoy re –inauguramos es, en cierto sentido, un punto neurálgico de la Facultad donde han pasado muchas cuestiones importantes, no tan solo desde lo estrictamente académico, sino también desde otras manifestaciones de la vida universitaria y política. Por eso es definitivamente un aula cargada de historia y de sentido”; así se refería el decano Carlos Naón a tan importante obra de restauración que, desde la creación misma del edificio de química hace más de 80 años, no se hacía un trabajo a fondo en la estructura y carpintería del espacio más grande que posee la Facultad. Ahora el Aula Magna luce casi a nueva; con sus paredes pintadas y con la carpintería reluciente que invita a seguir protagonizando pequeños y grandes eventos relativos al que hacer de la vida institucional de la Facultad.
También señaló el decano la importancia del trabajo realizado por el claustro no docente al hacerse cargo de la puesta en valor del Aula Magna, asumiendo un importante desafío que culminara exitosamente.
En el acto convergieron autoridades, docentes, no docentes, graduados y alumnos; quienes no escatimaron en elogios ante la obra realizada. Precisamente uno de los docentes que hace casi 60 años participa de la vida universitaria, el Dr. Néstor Caffini, también aportó su relación con el espacio re -inaugurado; “Pero no solo clases había en este lugar, también eran frecuentes las asambleas y no solo de estudiantes. Por los años ’70 muchos docentes nos reunimos en este importante lugar para discutir la necesidad de generar un gremio docente. En esa época el docente universitario era el único empleado estatal que no tenía estabilidad laboral, el docente al cabo de un cierto número de años debía concursar su cargo y si había uno que era mejor que él se quedaba cesante. Esa era una de las primeras reivindicaciones que llevaron a constituir el primer gremio docente de la UNLP; la Asociación de Docentes e Investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas, de la cual Guillermo Bibiloni fue su primer presidente y yo el último”
También el Dr. Horacio Thomas aportó su experiencia como docente protagonista de la vida académica de Exactas. “Nosotros teníamos asambleas de estudiantes todas las semanas, cuando las cosas no andaban bien, y toda esa lucha era acá adentro. Yo creo que el Aula Magna es el símbolo de la Facultad. Yo empezaba a dar clases con el aula llena y a medida que iban pasando los meses se empezaban a vaciar los asientos de arriba y quedaban tan solo las filas de adelante, me daba pena tener un aula como esta con dos filas de estudiantes; pero bueno, era la realidad de la Universidad de entonces”
Por último el Dr. Rodolfo Bravo contó una anécdota como Presidente del Centro de Estudiantes “A mí me tocó en el año ’72 muchísimas asambleas; pero recuerdo una en particular; porque aquí donde ahora estoy sentado tuve que dirigir la palabra a más de 800 participantes en un lugar donde entran solo 360 personas sentadas. Asamblea a la que concurría no tan solo gente de la propia Facultad sino de otros lugares, como del comedor universitario que estaba muy cerca”
Al decir del Dr. Bravo, eran tiempos muy distintos y difíciles; tiempos de tomas que podían durar hasta 4 o 5 días con los estudiantes dentro del Aula Magna y la policía montada tirando gases lacrimógenos y hasta granadas para hacerlos desistir de la actitud.
Dice la canción que todo está guardado en la memoria, quizá, podríamos decir que gran parte de la historia de la Facultad está guardada en el Aula Magna que ahora luce como en sus mejores tiempos.
