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Día de les estudiantes
Estudiantes en la emergencia
Aprendieron participando en las brigadas sanitarias. Ahora asumen esta experiencia como una parte importante de su formación como profesionales de la salud y otras disciplinas.
Brigdistas reunidos antes de salir a la recorrida en el barrio

Más allá de los resultados y aportes al diagnóstico, la vigilancia epidemiológica, la vacunación y a la prevención que hacen las Brigadas Sanitarias Ramona Medina y otros espacios surgidos con la crisis sanitaria, estas experiencias están transformando a quienes participan, interpelando también los trayectos curriculares que ofrece la universidad. En día de les estudiantes abrimos el diálogo con quienes participan de estos proyectos y planteamos algunas preguntas para un debate necesario: ¿qué los mueve a participar? ¿Les sirve en su formación profesional? ¿Cómo ven la posible incorporación de estas actividades a los planes de estudio?

En general las situaciones de emergencia sacan a luz la solidaridad y la vocación por la comunidad. Algunes, como Tomás o Gustavo, quieren "dar una mano" o "aprovechar el tiempo libre brindando una ayuda". Otres, como Elías y Sofía, participan porque tienen "ganas de colaborar con les trabajadores de salud" o como a Micaela, que les motiva a participar la demanda de producción de insumos para los sectores más vulnerables. Y hay quienes, como Shirley, que están preocupades por la infodemia y buscan "dar a conocer información fiable a la comunidad ante tanta mala información que circula en las redes".

Pero todes saben, como remarca Agustina, que además de aportar su ayuda, la participación en las brigadas les aporta "experiencia y conocimiento" para su futura profesión.

 

La mirada profesional después de las brigadas.

 

Elías, que está en quinto año de Química, reconoce que en lo profesional la participación en las Brigadas lo llevó a trabajar de una forma distinta, a una escala más grande a la que se acostumbra en la Facultad: "pase de hacer todo en un balón de 200 mL, a trabajar en un reactor de 200 litros", explica.

"Esta experiencia no sólo nos forma como profesionales para enfrentar adversidades de este tipo, sino que también genera un crecimiento personal importante" aporta Micaela, que está a punto de recibirse de Farmacéutica.

Sofía y Gustavo cursan sexto año de Bioquímica. Ella rescata la capacitación en vacunación y la posibilidad de entender un poco como funciona el sistema de salud: "participar en estos espacios cambia la visión de la carrera porque sos consciente del impacto que tiene tu trabajo en la sociedad y que no se reduce solo a estar en el laboratorio", afirma entusiasta. Él destaca que "la experiencia que se obtiene es muy buena porque permite estar en contacto con la gente y estar de alguna forma dentro de un equipo de salud."

 

El territorio como aula. La curricularización de la extensión o actividades optativas.

 

Shirley está terminando la carrera de Biotecnología y Biología Molecular. Considera bueno que los trabajos de extensión sean parte de la cursada con asistencia obligatoria y con una evaluación, y sugiere que ésta sea algún tipo de informe sobre el proceso. "Serviría para la formación como profesional, que no solo sea un profesional de laboratorio sino también que tenga una relación estrecha con otros sectores de la sociedad, generando y articulando nuevos conocimientos con la comunidad", agrega.

A Tomás le preocupa que los proyectos externos -opcionales u obligatorios a la cursada- sean de incumbencia con la carrera en cuestión. "Personalmente me encantaría tener, al menos como opción, la posibilidad de realizar prácticas exteriores como visitar empresas, ver modos de trabajo o en síntesis: cosas que explícitamente me acercan a la realidad del profesional que voy a ser el día de mañana" comenta el estudiante de tercer año de la Licenciatura en Química.

Otres doblan la apuesta y reclaman actividades de extensión curriculares en cada materia: "en mi caso se me hace difícil participar por los tiempos, pero si estuviera incluido en un horario de cursada, sería más fácil"- sostiene Diana que cursa el quinto año de Bioquímica.

La obligatoriedad divide aguas. Elías afirma que "serviría que sea obligatorio para recibirte, ya que podría cambiar la manera de ver las cosas de varias personas, de esta forma podrían ser mejores profesionales". Sin embargo Sofía considera que está funcionando tan bien porque todas las personas que estamos aquí lo elegimos, lo que sería una buena opción es que se organice de forma optativa durante todo el año lectivo", reclama.

Agustina comparte la idea de curricularizar la extensión, y que este tipo de espacios puedan ser una materia con evaluación, o una práctica obligatoria pero a mitad de carrera, para que el alumno de a poco se vaya metiendo en cancha y pueda ir evaluando si es o no lo que quiere para su futuro. "Serviría mucho en nuestra formación, son experiencias enriquecedoras no solo a nivel profesional, sino también en lo personal", afirma.

Más allá de las distintas opiniones, queda claro que la pandemia recupera una idea enunciada y recurrente en los distintos espacios de extensión, que es su valor en la formación ético política de los profesionales que egresan de nuestras universidades. Jorge, a un medio local, decía que "pueden ser un poco cansadoras las largas jornadas de trabajo, (pero) saber que estas contribuyendo con la comunidad a través de barrios tan vulnerables y con realidades tan invisibles, es algo enriquecedor personal y profesionalmente, que hace que cada mañana te levantes con muchas energías para empezar de nuevo".

 

Actualizado el 21/09/2020
 
 
 
 
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