Hace tiempo, nos vimos movidas hacia la gestión de un espacio que fuese apto para desarrollar parte de la tarea cotidiana e invisibilizada de cuidar, más puntualmente un espacio que pudiese garantizar la lactancia, la lactancia prolongada. Con la creación de este espacio además de desear que el proceso de reinserción laboral luego de la licencia por maternidad o la continuidad estudiantil sea lo más ameno posible, quisiéramos de alguna manera poner en debate algunas ideas acerca de la maternidad y de la lactancia para tensionar algunos sentidos sobre los cuidados.
El cisheteropatriarcado hace pie en algunas ideas fuerza, y una de ellas es la maternidad. Sobre ella hay quince mil quinientos mandatos, los cuales van cambiando según la conveniencia del mercado. Puntualmente, sobre la lactancia hemos visto cómo en el siglo XX variaron las indicaciones médicas y las recomendaciones sociales. Sobrevuelan muchísimos mitos y un gran tabú. A la misma vez que se nos insiste sobre la lactancia prolongada, se pudoriza el hecho de amamantar. Hemos escuchado tantas veces sobre la importancia de la lactancia para la salud pero es tan difícil visibilizar lo extenuante que es, producir y dar de mamar. Sumado a ello, la mayoría de las instituciones no cuentan con sala de lactancia; he aquí nuestro granito de arena en este costal.
Quienes maternamos lo hacemos bajo muchísimas presiones; desde pequeñas se nos disciplina para los cuidados, se nos inocula un "deseo" de maternidad, que se coloca en nuestro lenguaje como instinto. En eso, los feminismos han aportado grandes herramientas destructoras de la maternidad como único destino, así como se viene trabajando desde algunos feminismos para erradicar la idea de embarazo y el parto como condiciones de enfermedad y dependencia con la ciencia médica; y hemos desarmado, todavía no por completo, la vivencia de nuestros abortos como episodios privados y secretos.
Quisiéramos inscribir este hecho dentro de un debate que aleje el concepto de maternidad como destino único y abone a la idea de construir nuestras maternidades como una tarea libremente elegida: inscribir la maternidad en el terreno de la decisión, de la creatividad, de la inteligencia consciente, de la lucha, de la sorpresa, con las dificultades de cualquier otra tarea. Las maternidades podrían ser inscriptas dentro de otras experiencias de vida, con sus sinsabores, con partes amargas, como tarea que cansa, que agota, pero también que satisface, que nutre, que enseña. Sin pinturas rosadas e imágenes publicitarias que nos priven de vivir esta experiencia con todas sus contradicciones. Quizá así podríamos debatir sobre cómo se da el aislamiento en el que se vive la maternidad, llena de miedos y de culpas, podríamos desnudar los episodios de locura a los que estamos expuestas por la cantidad desbordante de intervenciones sociales que tienen lugar opinando sobre nuestro rol y nombrar este recorrido en primera persona. Si abrimos el debate, también encontraríamos cantidad de mujeres trans, lesbianas, bisexuales, maricas deseando y eligiendo maternar, eligiendo amamantar.
Ojala este espacio, nos lleve a pensar nuevos desafíos, que no sea un punto de llegada si no de partida. Y ahora les convidamos unas preguntas para abonar al debate: ¿Cómo acompañamos a quienes cuidan? ¿Cómo contemplamos los recorridos de esas vidas? ¿Cómo salimos de los dispositivos productivistas y empezamos a pensar espacios sociales que acompañen material y afectivamente la tarea de cuidar?
La adecuación de esta Sala de Lactancia es producto del trabajo conjunto entre la Dirección de Género y Diversidad y la Comisión de Género asesora del Consejo Directivo, quienes con el asesoramiento de la Dirección de Discapacidad impulsaron la adaptación del espacio.
Agradecemos a todes les no docentes, y especialmente al taller de mantenimiento de la Facultad que se encargó del reacondicionamiento del lugar, a Daniel Gómez Dumm, Silvana Stewart, Marío Rentería y Analía Vidal que también fueron parte de la puesta en funcionamiento de este proyecto. Un especial agradecimiento al decano Mauricio Erben.
Agradecemos a @anaeugeniabologna por el arte del espacio.
