En la decimocuarta edición del Premio L'Oreal Unesco a las mujeres de ciencia fue distinguida con una mención especial la Dra María Alejandra García, investigadora del Centro de Investigación y Desarrollo en Criotecnología de Alimentos (CIDCA), por su participación en el trabajo denominado: "Revalorización de cultivos alternativos como fuentes de biopolímeros y subproductos agroindustriales con aplicaciones alimentarias y en la producción de materiales sustentables".
García pertenece a un equipo de mujeres investigadoras que trabajan revalorizando cultivos de mandioca, ahipa y topinambur desde una perspectiva integral que les permite desarrollar alimentos aptos para personas con enfermedades como celiaquía y diabetes, con los desechos fabrican films que permiten la dosificación de fertilizantes y adhesivos no tóxicos para aplicaciones en el envasado de alimentos. Además la transferencia de los resultados del Proyecto cumpliría con el fin social de darle trabajo a cooperativas de produccion agrícola de Misiones.
Los cultivos
De los tres la "mandioca" es la más conocida, pero también utilizan el "ahipa" que es un cultivo andino que ha sido rescatado en la región norte de nuestro país, que se adaptó muy bien a las condiciones de cultivo de Misiones y que se puede cultivar en el período de vacancia de mandioca, lo que garantiza trabajo constante a las cooperativas y pequeños productores de la región. Esta planta es una leguminosa cuya parte aérea es muy parecida a una soja, tiene una raíz tuberosa que acumula almidón y de la que se puede obtener una harina que contiene entre un 11 y un 13% de proteínas. Estas proteínas son muy particulares porque no son gliadinas, es decir que son aptas para personas celíacas, lo que permite formular alimentos nutricionalmente diferenciados para poblaciones específicas con necesidades específicas.
El "topinambur", conocido también como girasolillo o falso girasol, su flor es como una margarita amarilla y su tallo muy largo, generalmente se usa como forraje. Posee un tubérculo bastante particular porque en vez de acumular almidón acumula inulina y esta, técnicamente, es un polímero de fructosa y la particularidad reside en que la pueden consumir diabéticos, otro grupo poblacional que tiene necesidades particulares. "El proceso de la extracción de la inulina que es muy sencillo, parte de la misma se extrae como tal y parte de esa molécula grande se va rompiendo y quedan una unidades de entre 5 y 6 cadenas de fructosa que se denominan fructoligosacáridos; que poseen una propiedad, son prebióticos es decir que son compuestos que ayudan al crecimiento de los probióticos que son las bacterias buenas del intestino" explica Garcia
Este proyecto es parte de un trabajo conjunto con profesionales del INTA Montecarlo (Misiones) y con la cooperativa agrícola Montecarlo que está interesada en el procesamiento de estos cultivos.
Materiales sustentables
Además de recuperar el potencial para generar alimentos, las investigadoras proponen utilizar los residuos remanentes de la extracción de almidón, de inulina o de la producción de harina desarrollando materiales sustentables, algunos con propiedad de ser biodegradables y otros con la capacidad de ser bioadhesivos.
"Cuando se piensa en un material biodegradable no se piensa en el etiquetado del producto y el adhesivo que se utiliza para etiquetarlo muchas veces es nocivo, por eso pensamos en desarrollar estos bioadhesivos", sostiene la investigadora del CIDCA .
También utilizan parte del almidón obtenido para desarrollar películas biodegradables, una especie de film que no tiene mucha resistencia al que se se le puede agregar en la formulación un fertilizante y podría utilizarse en los cultivos de invernáculo. "Esta práctica llamada "mulching o acolchado", se usa para impedir el crecimiento de malezas, la película biodegradable va dosificando la liberación del fertilizante, entonces es como que cerramos nuestro ciclo y volvemos al cultivo de donde salimos" afirma la investigadora del CIDCA.
Un trabajo en equipo
Maria Alejandra Garcia reconoce que el Premio L'Oreal Unesco es un aliciente y un reconocimiento al equipo de trabajo, pero también para el CIDCA: " es un reconocimiento que llega en un momento bastante particular, porque en el año 2019 sufrimos un incendio que afectó mucho las instalaciones del CIDCA y del cual aún nos estamos recuperando. Creo que no podríamos haber desarrollado este trabajo en ningún otro lugar que no fuera el CIDCA porque el grupo humano, técnico y las capacidades institucionales son excelentes" destaca la investigadora.