En el acto en que recibió el susbsidio, otorgado por la Fundación Bunge y Born a un grupo de investigadores el pasado 21 de marzo, Maria Elena Marson destacò la importancia de tener apoyo para continuar sus trabajos sobre un enfermedad que es de la pobreza y aumenta las condiciones de pobreza si no se detiene.
Transcribimos el texto completo :
Estimadas autoridades, colegas, señoras y señores;
En primer lugar, agradezco a la Fundación por el reconocimiento a los planes de trabajo que aquí se presentan y agradezco también que acompañe con financiamiento la ejecución de las tareas propuestas.
Los investigadores científicos, más aun lo que ejercemos nuestra actividad en el ámbito del estado, somos servidores públicos. Es decir, trabajamos con la motivación de orientar nuestros esfuerzos a mejorar el mundo en que vivimos y con ello hacer más felices las vidas de nuestros semejantes. Los que estamos aquí nos hemos empeñado en intentar incidir sobre una de las patologías de más impacto sanitario, social y económico de nuestra región: el Chagas. Al no ser el Chagas un problema de interés global, se hace difícil hallar financiamiento internacional, publicar en revistas de alto impacto o contar con el intercambio de colegas expertos de otras partes del mundo, herramientas que sin duda facilitarían a que el trabajo que hacemos sea de excelencia. De manera que todo apoyo local, ayuda a compensar este desequilibrio y hay que agradecerlo dos veces.
Se ha dicho miles de veces que el Chagas es una enfermedad de pobres, que ya por serlo son vulnerables al sufrimiento. Encima de eso, el Chagas, en tanto enfermedad crónica e inhabilitante, no hace más que empeorar las condiciones de ese sufrimiento. Los que trabajamos en su investigación no nos mantenemos al margen de esta idea. Y tal vez es por eso es que estemos en mejores condiciones que otros para decir que el rumbo actual que se propone para el sistema científico técnico del país, en lo que aquí nos concierne, finalmente redundan en mayor sufrimiento para nuestros compatriotas más vulnerables. Que la violenta disminución de ingresos a la carrera del investigador científico, o del monto de los subsidios o de becas doctorales, propicia que tengamos menos capacidad para responder a las demandas de enfermedades olvidadas en materia de mejores herramientas diagnósticas y de tratamiento, entre otras.
Entendemos que una política científica regresiva de este tipo, está en sintonía con otras del mismo del tenor. La desaparición del Programa Nacional de Enfermedades Transmitidas por Vectores, la desarticulación de la Agencia Nacional de Producción Publica de Medicamentos o el hecho de que hace al menos seis meses se detuviera la provisión de benznidazol para muchos de nuestros centros de salud, nos preocupan de sobremanera. Finalmente, con tristeza observamos que hoy muchos indicadores nos muestran un deterioro paulatino de las condiciones económicas de la población. Esto no significa otra cosa que más pobres, más Chagas, más sufrimiento.
No es la idea aquí transformar palabras de agradecimiento en un reclamo. Sino dejar expresado que recibimos este reconocimiento de la mano de un compromiso con nuestra tarea, que se encuentra redoblado por ser solidarios con los jóvenes, niños, madres y trabajadores chagásicos, que hoy, en el siglo de la nanotecnología, la ingeniería genética y la internet de hiper velocidad, están condenados a una dolencia parasitaria para la que la ciencia, la política científica y la política, aún no han dedicado sus mejores esfuerzos. Lo que a ellos les pasa, nos pasa también a nosotros, nos pasa a todos.
Muchas gracias.
Buenos Aires, 21 de marzo de 2017